jueves, mayo 26, 2005

Negociar con ETA

¿Se puede negociar con terroristas? Respuesta: sí. Las claves son el qué, el cómo y el cuándo. El maniqueísmo desde el que se postula el actual debate político no ayuda precisamente a ver el bosque detrás del árbol. Trataré de describirlo tal y como yo lo veo.

  1. Los terroristas son personas equivocadas - se pueden añadir multitud de epítetos adicionales - pero no gilipollas. Es decir, no van a entregar las armas y su modus vivendi a cambio de nada. Esto es una perogrullada. Por tanto, para conseguir un abandono definitivo de la violencia, hay que hablar con ellos.
  2. Lo único que un estado de derecho puede ofrecer a una banda terrorista son medidas de reinserción, que pueden ir desde la amnistía para aquellos sin delitos de sangre al acercamiento de los restantes a cárceles del País Vasco. Cualquier otra contrapartida de tipo político es impensable, porque lo que está en juego no es el diálogo entre dos adversarios en el mismo plano de legitimidad, sino entre el Estado y unos delincuentes. Es el mismo caso que cuando se negocia con un secuestrador: "tú dejas a los rehénes y yo no entro ahí con la Brigada Brutal". Conceder cualquier cosa a cambio del ejercicio de la violencia es justificarla.
  3. Respecto a la legalización de Batasuna como partido político, no está de más recordar que el motivo por el que se le aplicó la Ley de Partidos no eran sus ideas - las cuales son muy similares a las de ERC o BNG - sino su vinculación directa con ETA y la no condena a la violencia. Cuando los nacionalistas salen con su habitual victimismo diciendo que la pluralidad debe tener cabida en democracia y tal y cual Pascual, están haciendo su discurso pero faltando a la verdad. Y está claro que el acusado descenso de la actividad filoterrorista desde que no chupan de la teta del estado le da la razón a los que ilegalizaron a Batasuna. Por tanto, lo único que tiene que hacer para volver a la legalidad es renunciar a la violencia y desvincularse de ETA, y siendo ésto casi como separar el fuego del humo, podría ser también una contrapartida en una mesa de negociación con los terroristas que al Gobierno le costaría poco (puesto que lo mismo nos da tener a Batasuna en el parlamento vasco que al Partido Comunista de las Tías Bastas).
  4. Las víctimas son merecedoras del máximo respeto pero no pueden convertirse en el fiel último de la balanza. Los huérfanos, las viudas, los mutilados por los atentados podrán perdonar pero no olvidar. Sin embargo el Gobierno debe velar por el bien común, siempre y cuando no ceda en nada que no sea la puesta en práctica de una rendición pactada, y a ello sólo puede llegarse en una mesa de negociación. De otra forma, ni aún manteniendo a cero la capacidad logística de ETA existiría "paz" en el sentido estricto del término, puesto que la amenaza y las siglas seguirían ahí para el que quisiera hacer uso de ellas.
  5. En una negociación, normalmente es la parte débil la que quiere llegar a un acuerdo. Creo que hoy por hoy esa parte es ETA. El error del Gobierno está en haber dado la impresión de que es el Estado el que se muere por negociar. El segundo gran error - que sospecho - es que todo esto forme parte de una jugada a varias bandas junto con la negociación de los estatutos vasco y catalán y las reformas constitucionales que parecen avecinarse. Y eso ya me preocupa más, porque tanto los independentistas como el entorno de ETA lo van a tener fácil para vendernos "paz" a cambio de alterar definitivamente el mapa político de la Transición y de España. Y eso sí me parecería un precio muy caro.

Una pregunta final: ¿sabía Rajoy antes del Debate del Estado de la Nación que ETA estaba haciendo llegar ofertas de diálogo a Zapatero? De lo que se respondan internamente deducirán interesantes consecuencias.

sábado, mayo 07, 2005

ZP PTE

Señor Presidente:

(Creo que ya puedo apearle el tratamiento de Ilmo., lo cual sin duda es la subsanación de un considerable déficit democrático que todos los españoles de bien le agradecemos junto con los demás logros del cuarto de legislatura cumplido).

Me he tomado la libertad de concederme un año de gracia antes de emitir una opinión sobre usted y su gobierno. Para ello he tenido que filtrar los rabiosos ataques de la derechona resabiada y de su Brunete mediática y obligarme a un ejercicio de objetividad que no sé si he logrado cumplir. Sea ésta pues la constancia escrita de mi balance. Que a modo de resumen es el siguiente: preside usted el peor gobierno de la democracia desde que tengo uso de razón, por incompetente y por sectario, aunque lo uno quizás derive de lo otro o viceversa.

Señor Zapatero, me recuerda usted peligrosamente a Bush: un mensaje propagandístico simple (en el caso de Jorgito, la paz, la seguridad y la democracia mundial; en el suyo, el talante, el diálogo, la pluralidad, el diálogo plural y la pluralidad dialogante) que choca con unos hechos que contradicen lo que proclama. A no ser, claro está, que en el fondo sean dos genios de la política que trabajan en el largo plazo, de resultas que el caos de Irak esté calculado para transformarse cual crisálida de mariposa en un movimiento democratizador en Oriente Medio a unos años vista, y la olla de grillos taifas en las que España se ha convertido sólo sea el paso premeditado hacia un futuro de paz, sosiego y encaje territorial. Como no puedo esperar varios años para escribir este artículo, tendré que agarrarme provisionalmente a lo que puedo ver ahora y ya rectificaré si procediere.

Por ahora el único programa que parece usted tener claro es el aislamiento a todos los niveles del PP y la anulación hasta donde los decretos ley lo permiten de todas las grandes decisiones que el gobierno de Aznar tomó en su última legislatura: el Plan Hidrológico, la Ley de Calidad, el Plan Galicia, la colaboración con EE.UU. en Irak, la consideración penal de los referendos ilegales, etc. La economía no puede tocarla demasiado porque a Dios gracias depende del único ministro solvente que tiene. Eso sí, no le puedo negar haber abordado con valentía cuestiones que afectan y preocupan gravemente al conjunto de la ciudadanía como aprobar el matrimonio homosexual, ofrecer un canal de televisión en abierto a su mayor valedor mediático - a cambio de que las televisiones privadas subvencionen el doblaje obligatorio de películas al catalán, ERC dixit -, llevarse a Cataluña la CMT y parte del archivo de Salamanca, constatar la ineludible necesidad de abrir un proceso constitucional disfrazado de reforma estatutaria -cuyos tiempos y exigencias los marcan los menos interesados en que los estatutos funcionen-, enfrentarse a campo abierto con la Iglesia, con razón o sin ella, o retirar estatuas de Franco, aunque lo que habría tenido mérito - como Felipe González dijo en su día - que era bajarlo del caballo cuando gobernaba, resulta ya complicado. Grandes clamores sociales, todos ellos.

Eso sí, no puedo negar que sus ministros son divertidos: una ministra de cultura ágrafa que confunde el latín con un ratón de dibujos animados, un ministro de defensa (por lo demás de lo mejorcito que tiene, lo cual da idea del nivel medio) que considera que el ejército está no para defenderse sino para morir, una ministra de la vivienda que se inventa barbarismos habitacionales y no acierta ni cuando rectifica, y así hasta el infinito y más allá. Y, sobre todo, un presidente que nadie sabe qué piensa, si es que piensa. Más claramente: me parece usted tonto, tonto del bote. Creo que no tiene un modelo de estado - lo cual es comprensible si va por ahí recomendando a Suso del Toro - ni otro programa salvo el de querer despegarse a toda costa de su predecesor en el cargo, lo cual es sencillo porque él tenía bigote y usted no. Sin ser particulares santos de mi devoción, en Glez. y Alfonso Guerra, a pesar de sus demagogias y de lo que de malo trajeron los gobiernos socialistas de las mayorías absolutas (junto con lo mucho bueno), encontraba inteligencia, cultura e ingenio (con su punto de mala leche). Usted no tiene ninguna de las tres cosas.

En definitiva: usted no tiene programa porque no esperaba ganar las elecciones. Eso sí, márketing todo el del mundo. Hasta el extremo de haber convertido en marca registrada una virtud (el "talante") que según la RAE significa:

1. m. Modo o manera de ejecutar algo.
2. m. Semblante o disposición personal.
3. m. Estado o calidad de algo.
4. m. Voluntad, deseo, gusto.

O sea: nada, ya que el talante por sí no tiene contenido salvo que se lo complemente con algún adjetivo que lo defina. Dicho sea desde el respeto a la pluralidad, desde el diálogo y desde la realidad plurinacional, pluricultural y plurimórfica en la que vivimos y somos.

Y ahora le dejo, que tengo que reflexionar seriamente sobre si quiero que Andalucía sea una región, una nacionalidad, una autonomía nacional o un paraíso fiscal. Es que estoy que no vivo.

P.D: "ZP PTE" no significa "Zapatero Presidente".