miércoles, junio 14, 2006

Las del manojo de rosas


En España nos gusta más un síndrome de Estocolmo que a Willy Fog un abono-transporte. Como no teníamos bastante con el proceso de "paz" en boca de demasiado lelo, aparecen nuestras sufridas y solidarias actrices de la cosa pública, rosita va, rosita viene. Ayer tocaban pegatinas contra la guerra (¿qué guerra? Coño, la única que ha habido después de la Incivil Española) y banderitas gallegas para que "nunca mais" volvieran Aznar ni sus secuaces. Hoy, el turno es para las rosas blancas de paz.

Oyes, que me parece bien, chicas, mu divino de la muerte. Pero ya que os habéis tomado la molestia, id a repartirlas a las herriko tabernas, a algún batzoki o a la alegre muchachada que revienta democráticamente los mítines a los fascistas que no quieren el Estatut, a Cataluña y a su presi. Guardad alguna para Txapote, ese que se descojona de los tribunales españoles, y mandad una docena a los valientes gudaris de la yihad internacional que se cargan iraquíes de cincuenta en cincuenta (si ya de paso os sabéis la dirección de alguno de ellos, hacédsela llegar a la USS Navy que se las envían a domicilio a portes pagados y elevadas velocidades; a la marina israelí, no, que andan últimamente con el gatillo fácil, el punto de mira desviado y reblandecida la sesera, haciendo amigos y el agosto del negocio funerario). Ya puestos, se han echado en falta unos cuantos ramos en todos los festivales de San Sebastián donde no habéis dicho ni mú, joías, mientras los de un bando atacaban al otro alevosamente por el método de saltar por los aires en cachitos y manchar el acerado, los muy joputas incívicos.

Si después del reparto os queda alguna, se la podéis regalar al egregio intelectual que atiende por Boris Izaguirre para que siga dando lecciones de democracia a los malos desde la tertulia de la igualmente tolerante, abierta y solidaria Gemma Nierga (ay, aquél discurso inolvidable en la muerte de Ernest Lluch).

Y las que sobren, os las metéis por do más pecado hay. Con espinas, a ser posible. Sin acritud, eh, que yo no digo que no haya que negociar, a las pruebas me remito (miren la fecha y admírense de mis dotes adivinatorias). Pero lo vuestro no es que no tenga nombre, es que lo tiene y es un huevo de feo.

Bonitas todas.

P.D: lo que menos os perdono, a vosotras y vuestra panda, es que cada vez escribo más parecido a un tertuliano de la COPE y eso sí que no, que uno tiene un nombre y un prestigio que conservar.