domingo, julio 25, 2010

Los "haters"

Hay una frase de Chesterton que me encanta y dice más o menos lo siguiente: "La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta". Sentadas las bases, podemos decir que un "hater" ("odiador") básicamente es un mediocre que ha optado por atacar con los medios a su alcance la grandeza que es incapaz de reconocer. Supongo que detrás de todo odiador hay algún tipo de patología, una proyección de la propia frustración o, dicho de otra manera, un odiador es un envidioso vocacional que necesita minusvalorar la excelencia ajena probablemente porque la ve inalcanzable en sí mismo. Si todo es una mierda, la propia no destaca y uno se siente integrado.

Las nuevas tecnologías, que permiten con total inmediatez que cualquier analfabeto con internet pueda vomitar sus opiniones en una multiplicidad de foros, han facilitado al extremo esta patología. Invito a cualquiera con curiosidad que en cualquier noticia de un periódico digital se tomen la molestia de leer los comentarios de los lectores. Encontrarán "haters" a punta pala. Sostengo además que el "hater" es, llamémosle así, multidisciplinar, y lo mismo le da un roto que un descosido con tal de llevar la contraria.

Existen "haters" para todos los ámbitos de la vida. Hay "haters" de los Beatles, de Nadal, de Vicente Del Bosque, de Contador, de Apple, de Microsoft, de Google, de la Familia Real española, de la Transición, de Steven Spielberg, de la Iglesia, del solomillo de ternera y de todo lo que se le venga a la cabeza. Como toda postura irracionalmente destructiva, la excusa es lo de menos. Ante una noticia, del tipo que sea, relacionada con el objeto de sus desvelos el odiador entrará a saco a escupir y pontificará desde la desinformación y el atrevimiento que da la ignorancia. El sueño del odiador es que le responda el mayor número posible de internautas, porque en el fondo lo que busca es recibir atención. Es como el niño malcriado con pataleta, con la diferencia de que en internet no puedes coger al interfecto, darle dos sopapos y sentarlo en la silla de pensar.

Contrariamente a lo que pueda parecer, no es sencillo lidiar con los "haters". Para empezar, su actividad se basa en el hecho inconscientemente aceptado de que aquél que pone pegas a lo que la mayoría aprecia tiende a percibirse como más inteligente que los demás, dado que es capaz de ver los defectos que a la masa se le escapan. El "hater" trufa sus intervenciones con futuribles que no se cumplen o supuestos que ya no pueden comprobarse, verdades incontrovertibles que sólo el conoce y, en general, habla desde una peana en la que se ha subido él solito. El problema es que no hay nada más difícil de defender que aquello que es evidente. A un tío que entra en un foro de música a decir que los Beatles eran unos mediocres no se le puede argumentar nada. Ojo, un tío que no entra a decir que le disgustan los Beatles, postura perfectamente aceptable, sino que son malísimos.

Confieso que yo a los "haters" los llevo muy mal. Fatal. Probablemente porque yo tengo mi propia patología, que es esforzarme en demostrar que llevo razón cuando creo que la llevo, que es casi siempre (paréntesis para una sonrisa irónica del lector), simplemente porque no opino de aquello que no entiendo, una postura saludable que recomiendo. El informarse, digo, no el alterarse con la estupidez ajena.

domingo, julio 11, 2010

¿Justifica esto que un millón de catalanes salgan a la calle?

Versión zip:

http://www.elpais.com/articulo/espana/recortes/calentaron/protesta/elpepuesp/20100711elpepinac_7/Tes

Resumiendo, esto es lo que ha dicho el Constitucional:

1) Que el término nación del preámbulo no tiene eficacia jurídica. Que es exactamente lo que dijeron los defensores del Estatut cuando se hizo hincapié en que el preámbulo no era constitucional. O sea, que en la Constitución sólo cabe una nación como tal.

2) La bilateralidad no es un asunto entre iguales, sino que el Gobierno central goza de una posición de superioridad. Nos ha jodío mayo, porque de no ser así estaríamos en un estado confederal.

3) No al Consejo de Justicia de Cataluña como órgano de gobierno del poder judicial. Esto es, que no se puede sustituir por la cara al Consejo Superior del Poder Judicial.

4) Ambas lenguas cooficiales deben estar igualmente reconocidas como vehiculares. O sea, lo que es de sentido común: que cualquiera pueda elegir libremente la lengua en que quiere que sus hijos se eduquen, independientemente de que se estudien ambas.

Si esto es para salir a la calle a pedir la independencia, yo soy Rita la cantaora. Lo que verdaderamente me maravilla es que las cortes españolas aprobaran semejante dislate. Esto nos da idea de la elevada talla intelectual y el sentido del estado de nuestros padres de la patria. Ahora a ver quién es el guapo que desface el entuerto.

sábado, julio 10, 2010

Y lo del Estatut acabó como era de prever

Que el Estatut no era constitucional lo sabía hasta el más tonto en el Parlamento catalán cuando se votó. Para los nacionalistas, aprobarlo tenía una lógica aplastante: "si cuela, bien, y si no cuela, mejor, porque tendremos otra excusa para seguir insistiendo en lo nuestro", que es caminar hacia la independencia echando la culpa a los demás. La postura del PSC, entendido como PSOE catalán, se comprende menos, pero se interpreta bastante mejor si tenemos en cuenta que el PSC, a todos los efectos, es un partido aparte del PSOE (que es federal, no lo olvidemos), y es sobre todo C y no tanto PS.

Lo que no debería entenderse en absoluto es que ese Estatut se aprobara en las cortes españolas, si no fuera porque el lumbreras que tenemos por presidente se había comprometido de partida a convalidar lo que saliera de Cataluña y necesitaba los votos de los nacionalistas para gobernar (incluyendo los del propio PSC en este grupo). Para rematar la jugada, tenemos la aprobación en referendum de los ciudadanos catalanes con una altísima participación inferior al 50% del censo.

Que el Tribunal Constitucional haya tardado tanto tiempo en pronunciarse no ha hecho más que empeorar el esperpento y permitir que se cuestione aún más su autoridad. Porque todos estos que se rasgan las vestiduras ahora saben que igual que un estatuto debe aprobarse en el parlamento autonómico, en el Congreso y en referendum, el Tribunal es el garante de que se ajuste a la Constitución, independientemente de todo lo demás. De la misma forma que yo no puedo estar casado con cuatro mujeres aunque consintamos los cinco.

En estos momentos, decenas o centenares de miles de catalanes se manifiestan por Barcelona gritando "Independencia" y pidiendo el ingreso en la CE. Al frente, sus políticos y algún tonto útil como Llamazares, que están dando un mensaje muy interesante al resto de los españoles: nos limpiamos el culo con la Constitución y con las instituciones encargadas de velar por ella. El que no está, y debería ser el primero detrás de la pancarta porque es el verdadero culpable del embrollo, es Jose Luis Rodríguez Zapatero.

No me cabe duda que muchos miles de catalanes han salido hoy a la calle porque honestamente sienten que de alguna forma se les están vulnerando sus derechos. También sé que éste es un problema viciado por la historia, la mala política (periférica y mesetaria) y los medios de comunicación. Pero el quid de la cuestión es que la democracia consiste en tener unas reglas y aplicarlas, gusten o no. Por eso la gente paga impuestos, no porque quiera hacerlo. En el caso de la Constitución, también hay unas normas que aplicar si se quieren cambiar esas reglas. A los que salen a la calle envueltos en banderas les recomiendo que hagan uso de las mismas.

Demasiados irresponsables se han encargado de repetir hasta la saciedad que cuestionar los graves errores del Estatut era un acto de catalanofobia. Pues bien, la manifestación de hoy es una clara demostración de que una mentira repetida se acaba convirtiendo en una verdad. Las pancartas, las banderas "esteladas" y los manifiestos piden la independencia directamente. Y que Montilla tuviera que salir por piernas tampoco es una buena noticia.

Gracias, señor Rodríguez Zapatero. Usted es la clara demostración de que los elefantes no deben entrar en las cacharrerías. Ahora coge usted los vasos rotos y a ver cómo los pega, a ser posible pensando en el conjunto de su país discutido y discutible y no en sus conveniencias parlamentarias.

P.D: ¿Qué hacemos ahora con todos los estatutos que se aprobaron deprisa y corriendo detrás del catalán a imitación del mismo? ¿Los va a recurrir el PP después de haber colaborado a redactarlos?