martes, noviembre 20, 2007

Todos a pedir perdón

En la zona republicana fueron asesinados 13 obispos, 4184 curas diocesanos, 2365 religiosos y 283 monjas. Estos son los fríos datos (tomado de "La guerra civil española" de Antony Beevor, pero podría escoger otras fuentes más tremendistas). Y fueron asesinados por ser, precisamente, obispos, curas, religiosos y monjas, es decir, cristianos, lo cual los convierte automáticamente en mártires para la Iglesia al haber muerto por razón de su fe, lo cual es algo que afecta a los creyentes y a nadie más y no debería ser objeto de debate. Podrían contarse también los templos saqueados o destruídos, los conventos quemados, las tumbas profanadas, pero esto no deja de estar en un segundo plano. Todo ello, y que quede bien claro, durante los primeros meses de la guerra e incluso antes.

Tendríamos que remontarnos mucho más atrás para tratar de explicar las raíces del anticlericalismo en España. Dependiendo del enfoque y de la ideología de cada cual, habrá quien lo encuentre justificado en mayor o menor medida. Indudablemente, la Iglesia no formaba parte precisamente de los estamentos más progresistas de la España de los años 30, aunque tengo mis dudas de que eso fuera causa suficiente para su eliminación violenta. Por tanto, ideológicamente estaba más cercana a la España "nacional" que al comunismo o el anarquismo, pero lo que la decantó completa y activamente en favor de Franco fue la represión atroz que sufrió en la zona "roja". Lo raro hubiese sido lo contrario, salvo que el masoquismo formara parte de las virtudes teologales.

Sin embargo, resulta que ahora tiene que pedir perdón por haber tomado partido por el bando donde la vida de los católicos no corría peligro. Por supuesto, visto desde el año 2007, no puedo compartir el apoyo ideológico y religioso de la Iglesia a lo que después ella misma denominó "Santa Cruzada", ni la colaboración activa en muchos casos de ciertos eclesiásticos en la represión del lado franquista. Pero mucho menos admito la desfachatez de quienes a su vez no han pedido perdón por las atrocidades que cometieron en la retaguardia republicana. Porque, que yo sepa, ni la CNT, ni el PCE, ni compañeros mártires, están por la contrición ni se les espera. Claro, como eran luchadores por las libertades, tienen bula. Y una cara de cemento. ¿Verdad, Concha García Campoy?

Fascistas y antifascistas

Lo peor cuando el lenguaje se subvierte es que acaba afectando al pensamiento. En España hace ya tanto tiempo que se utiliza el epíteto "fascista" para cualquier cosa o persona que suene remotamente a derechas, que dudo mucho que signifique realmente nada salvo para definir a quien lo usa. Dicho de una forma sencilla: desconfío severamente de los que tienden a llamar "fascistas" a sus adversarios.

El fascismo europeo, como movimiento político, está tan muerto como quienes lo parieron y se enterraron con él, Mussolini y Hitler, o quienes los imitaron en cierta medida, como Franco. Muy resumidamente, podemos considerarlo como una "tercera vía" alternativa a la democracia liberal (por decadente) y al marxismo (negando la lucha de clases), con un fuerte componente nacionalista, populista, centralista y de culto al líder. Y, por ende, violento y represivo. El único equivalente español real sería Falange Española, pero Franco - que no era falangista sino militar - se encargó de manejarla a conciencia hasta reunificarla en la FE de las JONS con el carlismo, desprovista la una de sus vertientes más sociales y el otro de su monarquismo, pero con un líder único y plenipotenciario: él. Por tanto, el verdadero líder fascista en España habría sido José Antonio, pero uno de los muchos golpes de suerte del "Generalísimo" lo quitó del medio; aunque a la vista de lo que vino después, no habría tenido grandes problemas en hacerlo él mismo por la buenas o por las malas.

Toda esta perorata viene a que en España estrictamente sólo lo que queda de Falange y algunos nostálgicos del anterior Régimen podrían calificarse como fascistas. Incluso partidos de lo que podría considerarse extrema derecha, como Democracia Nacional, tienen muy poco de fascista. Básicamente su ideario se centra en el control de la inmigración, y no es que estén en contra, sino a favor de un modelo como el alemán de los años 60: sólo con contrato de trabajo. Todo ello desde una españolidad sin complejos y curiosamente, con un posicionamiento "antiglobalización" sustentado en que sólo el estado-nación tiene aún fuerza para oponerse al capitalismo (lo cual no deja de tener cierta lógica). Para los más curiosos, ahí tienen el programa.

Lo que me llama más la atención es la proliferación de grupos "antifascistas", ya que el número de "fascistas" es demasiado reducido para justificarlos. Y a mí es que me parece que tienen una empanada mental muy seria, que lo mismo vale para un roto que para un descosido: quemar retratos del Rey, endiñarle a los polis, destrozar mobiliario urbano, tirar huevos a las procesiones, romper cristales de la Complutense, hacer de "okupas" o ir a darse de leches con los skins de derechas. En las manifestaciones de repulsa por el asesinato reciente de uno de ellos en Madrid, me fijé en las pancartas que portaban y eran básicamente contra Aznar y contra el ejército (¿?). Así que habrá que deducir que su sentido del antifascismo es un tanto peculiar. Lo cual no sería muy alarmante si no fueran tan violentos como los "fascistas" a quienes presuntamente se oponen y no estuvieran moralmente respaldados por la izquierda con escaños en el Congreso. Sobre todo esto último.

domingo, noviembre 18, 2007

¿Por qué no os calláis?

Ríos de tinta se han escrito sobre la frasecita famosa del "¿por qué no te callas?" del Rey a Chávez. La cosa tiene su miga, pero no está de más aclarar un punto sobre el que no debe haber confusión: el Rey mandó callar al "gorila rojo" por la simple razón de que no dejaba hablar al Presidente del Gobierno de España en el uso de la palabra. Que estaba calentito después de la sarta de gilipolleces que el muchacho llevaba largando desde días antes, es obvio. Que pudo haberlo hecho más diplomáticamente y que el tuteo sobraba, es probable. Que debería haber sido la presidenta Bachelet la que tendría que haber pedido silencio, indudable. Pero que Chávez se lo había ganado a pulso sólo lo pueden negar los que simpaticen con él, que son pocos en los países civilizados, o bien los que están en el erre que erre republicano en España, que son más o menos los mismos.

En ese orden de cosas, la verdad es que uno no puede pedir gran cosa a un personaje de la talla intelectual del presidente venezolano. Allá los venezolanos con lo que eligen. Pero lo que sí habría que pedir es que algunos sectores políticos minoritarios pero ruidosos en nuestro país no le sigan el discurso. Ni el Rey tras el referendum constitucional es un heredero de Franco, ni los españoles fuimos a América a exterminar indios (sólo hay que coger el metro de Madrid), ni la culpa de los problemas de países con enormes riquezas naturales e independientes desde hace casi dos siglos es de Telefónica y Unión Fenosa. Eso, en lo que respecta a nuestra progresía tricolor. Y la prueba de lo que digo es que la inmensa mayoría de los países iberoamericanos han apoyado al Rey de España en el envite.

Y en lo que respecta a nuestra derecha bicolor, creo que han perdido una magnífica oportunidad de ir a una - para variar - con un Presidente que dijo lo que había que decir cuando había que decirlo. Resulta curioso que tuviese que ser el propio Aznar el que agradeciera a ZP y al Rey sus palabras al mismo tiempo que el PP le echaba los perros al Gobierno. Pues no, chicos, no es la mejor manera de demostrar a vuestros detractores que no estáis por la crispación y por la oposición destructiva, independientemente de lo discutible que pueda resultar la política exterior española en los últimos años. Pero lo cortés no quita lo valiente, sobre todo en los momentos en que toca lo segundo.

jueves, noviembre 08, 2007

Asco

Algo tiene que ir rematadamente en un país cuando un periodista de un grupo mediático afín al PSOE y hasta no hace mucho al Foro de Ermua (Jose María Calleja) tiene el atrevimiento de decir a otra periodista de un grupo mediático afín al PP (Isabel San Sebastián) que "defiende a la extrema derecha golpista y lleva tiempo engordando a ETA" en un presunto debate en TVE. La extrema derecha golpista no es Tejero ni Blas Piñar, sino algunos medios de comunicación concretos (verbigracia la COPE). Y lo de engordar a ETA se lo está diciendo a una compañera de profesión que está amenazada de muerte y vive con escolta desde hace muchos años.

No hace mucho, otra "guru" del talante, María Antonia Iglesias, le espetó a Antonio Pérez Henares en un debate de Telemadrid que "él era de los que se alegraría si ETA volviera a matar". Después lo negó, pero un repaso al video del programa a petición del interesado reveló que la frase estaba ahí. Por supuesto, nada de lo dicho era injuriante ni ignominioso, sólo un saludable intercambio de pareceres. Aquí el único que insulta y desestabiliza es Jiménez Losantos. Más recientemente, la misma periodista se marchó toda digna de un programa de Canal Sur porque Ignacio Villa (periodista al que profeso poco afecto personalmente) le recordó lo de los suicidas de la SER que nunca aparecieron. Lo cual, aparte de ser verdad, no es un insulto, que yo sepa. Pero, ¡ah!, cuán escuece la paja en el ojo ajeno y qué poquito la viga en el propio.

Es innegable que la COPE esté pasada de vueltas, pero no más que muchos de los que la critican. Si esto es lo que tienen que aportar a la convivencia y a la opinión pública los "plurales" del otro lado mediático, apaga y vámonos. La COPE y en otra medida El Mundo están cargando con el prurito de una radicalidad que en justicia comparten con PRISA, en versión corregida y muchas veces aumentada, pero claro, para eso están la Cuatro, Telecinco, la Sexta, los Wyoming y los Gabilondos: para darle leña a un solo mono. La legislatura se abrió con una trinchera llena con 192 muertos, con tres días de infamia sobre los que me parece a mí que quien más quien menos debería callarse en vez de seguir lanzando granadas de mano.

Tenemos una clase política a la altura moral e intelectual de la periodística, o viceversa, quizás porque uno no sabe muy bien dónde termina la una y empieza la otra. No hay inteligencia, ni respeto. Ni paz, ni piedad, ni perdón. La España de hoy es un asco donde todavía no faltan los langostinos.