jueves, febrero 14, 2008

"Carta incómoda a Boris Izaguirre". Pilar Rahola

La Vanguardia, 13/02/2008

Estimado Boris. Sobra decir lo mucho que te respeto. Creo que eres un pensador sutil, un comunicador brillante y uno de los histriónicos más divertidos del teatro de la vida. Muchas son las ideas compartidas, ideas luchadas, algunas finalmente conseguidas… Con los años y la confianza (que siempre da asco), me atrevo a decir algo de ti en voz alta: a pesar de los excesos del espectáculo, eres un tipo de una gran elegancia. Nunca te oí perpetrar ningún ataque soez, y tu vehemencia en los argumentos siempre fue amiga de las buenas formas. Por esto mismo, por la estima que te tengo, por la complicidad que te reconozco, por tanto, permíteme esta carta incómoda, nacida de una cierta perplejidad. La verdad, no me gustó nada lo del otro día. Esa foto couché con todos los progres del artisteo, donde no faltaba ninguno de los previsibles, y sumaba alguno de los incomprensibles (¿a qué disciplina artística se dedica el doctor Montes?), me pareció un forzado ejercicio de exhibicionismo elitista, un algo desmelenado y un mucho impertinente. Por supuesto, estoy a favor de los lobbies de presión, y no tengo ningún apuro porque un grupo de amigos de toda la vida se reúnan y digan ¡viva Zapata!, o ¡viva Zapatero!

Si, además, quieren convertir un bello poema de Mario Benedetti en una insufrible canción dominguera, allá cada cual con su sentido del ridículo. Puestos a pedir, hubiera preferido el estilo rompedor del vídeo de Obama, que es de palabras mayores, pero lo vuestro quedó en paños menores y enseñó algunas vergüenzas. No sé. Un poco cutre, querido. Con todo, todo habría quedado en los límites de lo elegante. Pero en esas, llegó José Luis Cuerda y habló de la "turba mentirosa", los llamó imbéciles, clamó al cielo contra la "teocracia humillante y estúpida" y de milagro no chilló "a las barricadas". El tipo se quedó a gusto, como si hubiera evacuado después de una larga temporada de estreñimiento, y el resto de acompañantes hicisteis bueno el principio del buen figurante. Reír, aplaudir, callar. Ji, ji, ja, ja. Ya hemos hecho el progre. Ya hemos insultado un poco a los peperos, hemos puesto cara de elite artística enrollada, riquísimos todos pero del pueblo, y le hemos dicho al mundanal ruido que somos de ZP hasta la muerte. Bien. ¿Y? Si me permites, querido Boris, intentaré razonar algunos de los motivos de mi perpleja disidencia. Primero, el numerito me pareció más propio de la transición política que de una democracia estable. Todo rezumaba una estética muy antigua, con Víctor Manuel, Ana Belén, Serrat y el resto de sospechosos habituales de estas contiendas, todos muy divinos, todos queridos por todos nosotros, y todos más antiguos que las maracas de Machín. Por supuesto, soy una loca de las canciones de Sabina, y Serrat me emociona hasta los tuétanos, pero su trabajo artístico, perenne e intenso, no es precisamente lo más moderno del panorama. Por decirlo de forma precisa, se reunieron los de siempre y dijeron más de lo mismo. La capillita conocida, con el discurso conocido. Además, y quizás es lo que me resulta más molesto, lejos de una plataforma de apoyo a un candidato, el grupo se estructuró como una plataforma a la contra, como si el cielo estuviera a punto de caernos sobre la cabeza, como si llegara la marabunta, y los concienciados artistas tuvieran que dar su paso adelante. A vueltas con la mentalidad de la transición... Querido Boris. El PP no me gusta nada de nada. Casi tan nada como a ti, pero estoy en contra de crear estos discursos demonizadores, que excluyen a millones de votantes de la cordura y el sentido común, que desprecian a los otros, que se elevan como si tuvieran la verdad universal y que respiran un cierto tufillo de despotismo ilustrado. Las palabras de Cuerda son propias de un pequeño déspota, y lo siento, porque me gusta Cuerda. Pero ¿es necesario despreciar hasta ese nivel a los votantes de otro partido para ganar la razón? ¿Qué pensamiento libre, crítico, razonable, existe detrás de una pendejada como esa? Yo no veo más que consigna, propaganda y servil compostura. Nada me suena a crítico. Ergo, nada me suena a libre. Por supuesto, los ataques posteriores de Rajoy, hablando de estómagos agradecidos y cánones varios, eran pura demagogia, pero ¿qué os esperabais? ¡Si se lo pusisteis a tiro! Uno no puede subir a las altas tribunas de su fama, vociferar contra millones de votantes, y esperar que no le caigan chuzos. Estratégicamente, creo que es un error de bulto. Pero, además, democráticamente es una inmoralidad. Tenemos que empezar a entender que la democracia juega a muchas cartas, que todas son lícitas y que si gana la que no nos gusta, tenemos que volver a ganarnos la razón. La razón, que no el desprecio. En fin, querido. Perdona el atrevimiento. Pero te vi ahí en medio, al ladito del bellezón de Judith Mascó - otra peculiar disciplina artística, la suya-, con cara de chico bueno, y pensé que Sarkozy y Ségolène me daban mucha envidia. Mientras ellos juegan a seducir a grandes intelectuales y se pelean por un Glucksmann, aquí sacamos a gritar a José Luis Cuerda. No, si quedar, queda bien. Pero ¿es lo mismo?