jueves, noviembre 17, 2005

Chaos and Creation at the Backyard

A todos los fans de los Beatles vengo a a anunciaros una Buena Nueva (ya me está saliendo la vena clerical ;-): no os perdáis el último disco de McCartney.

Este disco tiene efecto levadura, a saber: crece, crece y crece con cada escucha. La primera vez lo oí de pasada en el coche, con quien me lo regaló. Mi conclusión fue: dos temas bastante buenos y el resto agradable. En la segunda, pensé: dos obras maestras, tres canciones magníficas y el resto agradable. Después de haberlo escuchado muchas veces, mi conclusión es: varias obras maestras, varios temas magníficos y un par de temas agradables. Más otra propiedad: se puede escuchar una y otra vez sin que canse el oído.

En el apartado técnico, comentaros que el productor es el mismo de Beck, Radiohead o Travis: Nigel Godrich. Se lo recomendó George Martin al propio McCartney, que se dio cuenta de que todos los discos producidos por él le gustaban y no lo dudó. Por otra parte, el criterio de selección dicho por él mismo fue: "Sencillamente, Nigel y yo fuimos escogiendo aquellos temas que nos apetecía volver a escuchar una y otra vez". Y a fe que lo consiguieron.Como curiosidad, Paul toca todos los instrumentos a excepción de alguno raro y de los arreglos orquestales. Las letras confluyen casi todas en un mismo punto: "a estas alturas de mi vida no esperaba encontrarme alguien como tú" (su actual mujer, Heather Mills).Honestamente, pienso que es el mejor disco de McCartney de los últimos veinte años, como poco, y probablemente el mejor desde que se acabaron los Beatles. Sé que es mucho decir pero es lo que pienso.

Si a alguien se le ha abierto el apetito y quiere probar un poco del pastel antes de comprarlo - aquí nadie piratea, ¿verdad :-D? - escuchad "Jenny Wren" (el nuevo "Blackbird" casi cuarenta años después) o "English tea". Si sois fans de los cuatro magníficos, saldréis escopetados a vuestra tienda de discos. El talento, cuando es de verdad, produce sorpresas como ésta. Parafraseando las propias letras de Paul, diría que a estas alturas de su vida no le esperaba un disco como éste.

Hay algo que McCartney conserva, y que en el fondo es la marca de agua de toda su producción, de la de los Beatles y de otros grandes mitos como Byrds, Eagles, Queen ... El sentido de la melodía. El huir de las cuatro progresiones de acordes típicas sostenidas sobre unas cuantas notas consabidas. La capacidad de sorprender, de emocionar, de que la música diga algo. De eso en España andamos cortitos. "Long live sir Paul", pues.

Qué hermosa es la música cuando es hermosa.

martes, noviembre 08, 2005

Alla maniera di Fallaci

La decadencia de las civilizaciones suele empezar cuando empiezan a poner en duda sus propios fundamentos, cuando los impulsos que favorecen sus proyectos históricos empiezan a perder fuerza y el acomodo reemplaza al estímulo. Si de alguna manera tuviera que describir la sociedad en que vivimos desde el punto de vista de la psicología, diría que somos la encarnación del complejo de culpa o la sublimación del masoquismo. La raíz última del problema es que nuestro sistema de valores se ha acabado resumiendo en uno: los derechos son individuales, pero los deberes son colectivos. Hemos eliminado la responsabilidad personal de nuestro ideario, lo que a la postre significa que atribuimos una difusa culpa social a cualquier tipo de crisis; es decir, de todos, es decir, de nadie.

Y esto nos hace extremadamente débiles, aunque nuestro desarrollo económico y tecnológico diga lo contrario. Débiles ante el terrorismo, ante los comportamientos antisociales de toda índole - dentro y fuera de nuestras fronteras -, ante los "-ismos" de cualquier color. Somos, en fin, excesivamente vulnerables frente a cualquier manifestación del nihilismo, quizás porque detrás de nuestras convenciones intelectuales últimas no hay más que eso: la nada absoluta.

Si Hitler viviera hoy, toda Europa sería nazi. La expansión alemana sería perfectamente justificada por los abusos del Tratado de Versalles y nos negaríamos a ir a la guerra, porque la guerra es el mal absoluto y andamos sobrados de Edens y cortitos de Churchills. Al fin y al cabo, los nazis no serían más que víctimas de la depresión económica alemana y de una educación inapropriada, empujados de forma ineludible a la conquista de Polonia ante la falta de expectativas y el ansia de restitución de algún difuso derecho histórico. Permitiéndome la anacronía, diría que el exterminio de judíos hoy día estaría hasta bien visto como justiprecio por el "genocidio" palestino. Y Normandía se consideraría una agresión imperialista.

El hecho de que yo pueda estar aquí tan ricamente escribiendo en mi blog se debe al desarrollo de una sociedad cuyo progreso se hizo a golpes de filosofía griega, el derecho y la cultura romanos, el renacimiento, la revolución francesa, el humanismo cristiano, el marxismo, el liberalismo, la separación entre religión y estado, la revolución industrial, la democracia. Cuyo reverso son el capitalismo salvaje, las cruzadas, las chekas o el colonialismo, ciertamente; pero un reverso del que somos conscientes y que nos hemos esforzado en superar colectivamente. Mi pregunta es: ¿por qué a demasiados les cae más simpático Atila que Augusto?

Dice Julián Marías - no sé si heredado de Ortega - que no se debe intentar contentar a quien no se quiere contentar. O dicho de otro modo: jamás debe tolerarse lo intolerable. Aunque esté bien visto.