martes, marzo 13, 2007

Coll

Uno de los mejores programas de la televisión actual que conozco lo emite Canal + (sí, la misma emisora, el mismo hotel y el mismo día que el concierto de Rod Stewart) y se llama "Epílogo". Se trata de entrevistar a alguien famoso de una cierta edad y emitirla después de su muerte. Al invitado se le pregunta como si ya estuviera muerto y éste responde sabiendo que cuando el programa se vea, de hecho, lo estará. Las entrevistas son sosegadas, largas, profundas y con voz en off, es decir, no se ve al entrevistador. No hay decorado, sólo el invitado sentado en una silla con una puerta abierta al fondo.

Es curiosa la fuerza televisiva que puede tener algo tan simple y tan barato como la palabra cuando lo que se cuenta es interesante. La semana pasada Canal + emitió la entrevista con Jose Luis Coll. No me sorprendió casi nada de lo que escuché: el testimonio de un hombre inteligente, de izquierdas, pesimista, íntegro, dolido con las decepciones personales que había tenido, triste y lúcido. Adoraba a Tip, a quien consideraba aún más Tip cuando no estaba actuando, aunque reconoció que llevaban dos años distanciados cuando éste murió, por culpa/causa de Luis del Olmo (el distanciamiento, digo). Describió una infancia extraña, huérfano de padre, madre exiliada (pero ya bastante despegada antes de irse), y una juventud de muchas estrecheces. Declaró que si le dieran la oportunidad eligiría no volver a vivir: "esta mano, yo paso".

Aunque negó que detrás de todo cómico deba haber grandes tristezas, el caso es que él sí las tenía. La frase que más me dió que pensar era que la felicidad absoluta no sólo no existe sino que no es recomendable, porque revelaría incapacidad para sufrir con las desgracias ajenas. Lo que me fastidia es tener que abonarme a un canal de pago para poder comprobar que existe vida inteligente en este planeta.

Un buen hombre triste. Espero que lo esté pasando mejor ahora con Tip, en una nube o donde les haya tocado montar la timba. Un abrazo a los dos. Os he querido mucho.

Rod Stewart

He tenido la desgracia de escuchar a Rod Stewart en directo en dos ocasiones últimamente, la más reciente de las cuales ha sido en un concierto en Canal + en una habitación de hotel (el de la habitación era yo, no el concierto). Y digo la desgracia porque la decadencia siempre es triste.

La primera vez que lo escuché en mi vida fue en el intermedio de un festival que no recuerdo, el año del catapúm, presentando "Do ya tkink I'm sexy?". Me llamaron la atención los pelos, básicamente, no entendía mucho de música por aquél entonces. Muchos años más tarde escuché "Stay with me" y empecé a buscar cosas de los Faces. Me encontré también con "Maggie Mae", un disco maravilloso llamado "Every picture tells a story" y algunas otras joyas. Resumiendo: Rod Stewart es probablemente una de esas grandes voces de siempre del rock, al menos durante los 70 (cómo no). Después se pasó al disco y a las baladitas y empezó a estropearse. Lamentablemente, un cáncer de garganta se cruzó por su camino y me temo que le dió la puntilla.

La voz de Rod Stewart siempre ha sido desgarrada, pero potente y estratosférica. Actualmente sigue siendo aguda, en el sentido de que no tiene graves, pero apenas sube, con lo que el rango se le ha quedado muy estrecho. Tampoco tiene fuerza, y todas las canciones suenan flojas y desganadas. Y su voz en tonos bajos y sin desgarrar suena más a vieja (el sustantivo) que a otra cosa. Una lástima. Eso sí, vende discos como churros haciendo versiones del rock más fofo, sin llegar a los extremos patéticos de Julio Iglesias cantando "I wanna know what love is" una octava por abajo. Quien tuvo no siempre retuvo.

La verdad que su caso no es infrecuente en el rock aunque quizás sea de los más llamativos. Lo mismo le ocurre al flamenco. Son dos estilos demasiado exigentes con las cuerdas vocales, que en muchos casos se encaminan a las negruras a medida que pasan los años. Es un poco injusto que la biología juegue estas malas pasadas a los cantantes. No obstante, hay muchos que no sólo se mantienen en forma sino que a veces incluso mejoran: Freddy Mercury, Paul Rodgers ...

En fin. Puede ser que los viejos rockeros nunca mueran, pero envejecer, tristemente, envejecen. Como todo el mundo. Y ya que ha salido el tema, un saludo a Brad Delp (cantante de Boston, q.e.p.d.), allá donde esté.

Long live rock'n roll!