viernes, agosto 19, 2005

Los Serrano

Cuando la Iglesia Católica se moviliza suele tener mal ojo clínico, equivocando a veces las formas, a veces el fondo y a veces ambos. Si yo fuera obispo en España, creo que me centraría en enemigos que de verdad hacen daño. "Los Serrano", por ejemplo.

Solía seguir esta serie con cierto interés. No negaré que los encantos de Elsa Pataki, Verónica Sánchez y Belén Rueda tenían bastante que ver, ya que nos ponemos sinceros. Sin embargo, me fui dando cuenta que ciertos detalles se me atragantaban, y a base de verlos continuamente corregidos y aumentados llegué a la conclusión de que pocas cosas en esta vida son casuales, y los guiones de una serie de éxito menos. Acabé hartándome de los malentendidos de los tres personajes masculinos principales, estirados hasta la saciedad y basados siempre en una forma gañanil de pensar. Me aburrí de las idas y venidas del Fran "Pedrea", su medio hermana y su medio incesto. Pero sobre todo, me asqueé de las gamberradas del Guille y su panda de mafiosos del colegio.

Este personaje merece un párrafo para él solo por lo que tiene de sintomático. La moraleja de la serie en lo que al niñato se refiere es que si quieres ser guay y popular debes comportarte como un hijo de puta. Dada la cantidad de niños y adolescentes que ven el programa, no me cabe duda de que su influencia tiene que ser considerable - pregúntenles a sus amigos maestros -, aunque habrá quien me objete que si los niños están viendo la tele a las 23:30 de la noche es culpa de sus padres, y llevarían razón. Por lo demás, como no tenían bastante con un solo capullo infantil, han ido aplicando el mismo patrón a su hermanastra y al pequeño de la familia. Encima han hecho un grupo ¿musical? que ¿canta? "A toda mecha, a toda mecha, tú no te hagas la estrecha". Todo profundamente educativo para niños de doce años.

Como ahora repiten episodios antiguos, tuve el placer de recordar uno de los más sintomáticos. El talibán se hace monaguillo; por algún motivo se deja el pan y el vino de consagrar en unos billares - de todos es sabido que los curas se los dan a los monaguillos para que los lleven en la cartera con los donuts - y el embolao se acaba resolviendo con el cura borracho por culpa de un vino inadecuado y con los feligreses comulgando hostias de papel. No contentos con ello, los guionistas deciden que el episodio culmine con el mafioso y su compinche escuchando la confesión de su abuela sin ella saberlo y con el chantaje subsiguiente.

Aunque mi cuñada dice que no es más que una serie de ficción y como tal hay que tomársela, añadiré algunos detallitos más por si alguien se llama a engaño. Las gamberradas en el colegio siempre tienen como objetivo a la de religión, a la que pintan como ñoña, tonta y obligada a presentar la otra mejilla entre petardos y faldas pegadas a la silla con Super Glue. En otro episodio ha llegado a ver al Serrano mayor y a su secuaz esconderse tras un altar y usar el micro para hacerse pasar por Dios mientra su hermano reza. En el mismo episodio, y por una causa que no recuerdo, el paso de la cofradía del barrio acaba volcado en la acera con el Cristo estrellado contra una pared. Los mismos personajes también han estado en un convento debajo de la cama de una monja. El talibán se ausenta de la boda de su tío para enrollarse en un parque con su medio hermana aduciendo como excusa que han ido a confesar, y nadie los echa de menos. Y así sucesivamente.

¿Casualidad? Ninguna. ¿Tengo como católico derecho a ofenderme? Sinceramente, creo que todo. No se trata de tratar con humor inteligente ciertos aspectos del cristianismo, sino de ridiculizar hasta el límite lo más sagrado para la Iglesia, que son los sacramentos, de entre ellos el más importante de todos, la eucaristía. Si la mitad de la cuarta parte de lo descrito tuviera como leit-motiv la religión judía o la musulmana, esta serie habría sido quitada de la parrilla. Pero esto es España y aquí hay que mamar, porque a la mitad de la opinión pública le resulta divertida la ridiculización de lo católico y la otra mitad se calla. Yo no lo voy a hacer. "Los Serrano" son una serie tóxica educativamente hablando y desde luego nada acorde con la cantinela de los "doce meses-doce causas" de la cadena donde se emite. Salvo que cambien el nombre de la campaña a "doce meses-una causa". Viva el multiculturalismo, sí, y viva la tolerancia, pero por favor, empezando por lo de casa. Si no es molestia.

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