martes, noviembre 20, 2007

Fascistas y antifascistas

Lo peor cuando el lenguaje se subvierte es que acaba afectando al pensamiento. En España hace ya tanto tiempo que se utiliza el epíteto "fascista" para cualquier cosa o persona que suene remotamente a derechas, que dudo mucho que signifique realmente nada salvo para definir a quien lo usa. Dicho de una forma sencilla: desconfío severamente de los que tienden a llamar "fascistas" a sus adversarios.

El fascismo europeo, como movimiento político, está tan muerto como quienes lo parieron y se enterraron con él, Mussolini y Hitler, o quienes los imitaron en cierta medida, como Franco. Muy resumidamente, podemos considerarlo como una "tercera vía" alternativa a la democracia liberal (por decadente) y al marxismo (negando la lucha de clases), con un fuerte componente nacionalista, populista, centralista y de culto al líder. Y, por ende, violento y represivo. El único equivalente español real sería Falange Española, pero Franco - que no era falangista sino militar - se encargó de manejarla a conciencia hasta reunificarla en la FE de las JONS con el carlismo, desprovista la una de sus vertientes más sociales y el otro de su monarquismo, pero con un líder único y plenipotenciario: él. Por tanto, el verdadero líder fascista en España habría sido José Antonio, pero uno de los muchos golpes de suerte del "Generalísimo" lo quitó del medio; aunque a la vista de lo que vino después, no habría tenido grandes problemas en hacerlo él mismo por la buenas o por las malas.

Toda esta perorata viene a que en España estrictamente sólo lo que queda de Falange y algunos nostálgicos del anterior Régimen podrían calificarse como fascistas. Incluso partidos de lo que podría considerarse extrema derecha, como Democracia Nacional, tienen muy poco de fascista. Básicamente su ideario se centra en el control de la inmigración, y no es que estén en contra, sino a favor de un modelo como el alemán de los años 60: sólo con contrato de trabajo. Todo ello desde una españolidad sin complejos y curiosamente, con un posicionamiento "antiglobalización" sustentado en que sólo el estado-nación tiene aún fuerza para oponerse al capitalismo (lo cual no deja de tener cierta lógica). Para los más curiosos, ahí tienen el programa.

Lo que me llama más la atención es la proliferación de grupos "antifascistas", ya que el número de "fascistas" es demasiado reducido para justificarlos. Y a mí es que me parece que tienen una empanada mental muy seria, que lo mismo vale para un roto que para un descosido: quemar retratos del Rey, endiñarle a los polis, destrozar mobiliario urbano, tirar huevos a las procesiones, romper cristales de la Complutense, hacer de "okupas" o ir a darse de leches con los skins de derechas. En las manifestaciones de repulsa por el asesinato reciente de uno de ellos en Madrid, me fijé en las pancartas que portaban y eran básicamente contra Aznar y contra el ejército (¿?). Así que habrá que deducir que su sentido del antifascismo es un tanto peculiar. Lo cual no sería muy alarmante si no fueran tan violentos como los "fascistas" a quienes presuntamente se oponen y no estuvieran moralmente respaldados por la izquierda con escaños en el Congreso. Sobre todo esto último.

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