domingo, noviembre 18, 2007

¿Por qué no os calláis?

Ríos de tinta se han escrito sobre la frasecita famosa del "¿por qué no te callas?" del Rey a Chávez. La cosa tiene su miga, pero no está de más aclarar un punto sobre el que no debe haber confusión: el Rey mandó callar al "gorila rojo" por la simple razón de que no dejaba hablar al Presidente del Gobierno de España en el uso de la palabra. Que estaba calentito después de la sarta de gilipolleces que el muchacho llevaba largando desde días antes, es obvio. Que pudo haberlo hecho más diplomáticamente y que el tuteo sobraba, es probable. Que debería haber sido la presidenta Bachelet la que tendría que haber pedido silencio, indudable. Pero que Chávez se lo había ganado a pulso sólo lo pueden negar los que simpaticen con él, que son pocos en los países civilizados, o bien los que están en el erre que erre republicano en España, que son más o menos los mismos.

En ese orden de cosas, la verdad es que uno no puede pedir gran cosa a un personaje de la talla intelectual del presidente venezolano. Allá los venezolanos con lo que eligen. Pero lo que sí habría que pedir es que algunos sectores políticos minoritarios pero ruidosos en nuestro país no le sigan el discurso. Ni el Rey tras el referendum constitucional es un heredero de Franco, ni los españoles fuimos a América a exterminar indios (sólo hay que coger el metro de Madrid), ni la culpa de los problemas de países con enormes riquezas naturales e independientes desde hace casi dos siglos es de Telefónica y Unión Fenosa. Eso, en lo que respecta a nuestra progresía tricolor. Y la prueba de lo que digo es que la inmensa mayoría de los países iberoamericanos han apoyado al Rey de España en el envite.

Y en lo que respecta a nuestra derecha bicolor, creo que han perdido una magnífica oportunidad de ir a una - para variar - con un Presidente que dijo lo que había que decir cuando había que decirlo. Resulta curioso que tuviese que ser el propio Aznar el que agradeciera a ZP y al Rey sus palabras al mismo tiempo que el PP le echaba los perros al Gobierno. Pues no, chicos, no es la mejor manera de demostrar a vuestros detractores que no estáis por la crispación y por la oposición destructiva, independientemente de lo discutible que pueda resultar la política exterior española en los últimos años. Pero lo cortés no quita lo valiente, sobre todo en los momentos en que toca lo segundo.

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