lunes, junio 13, 2005

Pilar Manjón

Señora mía, el día que leí sus muy dignas declaraciones ante la Comisión de Desinvestigación sobre el 11-M, me dio la impresión que detrás de toda su artillería melodramática lo que subyacía era un ataque directo contra el anterior gobierno - lo cual se puede comprender e incluso compartir, pero cuestiona la objetividad de su análisis. En definitiva, la impresión que me quedó es que usted se aprovechó de su situación de víctima para hacer una crítica política, respetable por supuesto, pero no sé si adecuada para una comparecencia en calidad de damnificada en una comisión.

El tiempo no sólo no me ha quitado la razón, sino que me la da con cada nueva declaración que hace. Cuando se empezó a barajar la negociación con ETA, usted dijo que no opinaba sobre el tema por no ser de su competencia, que parece ser que es exclusivamente el terrorismo islámico. Bueno, vale. Extraño, pero vale. Ahora, a raíz de la manifestación de Madrid en contra de la negociación sale usted repartiendo carnets de víctima y encima se permite afirmar que el 4-S en Madrid sólo estaban "las víctimas mediáticas de siempre". Pero ¿no quedamos en que usted no opinaba sobre terrorismo etarra? ¿O va a resultar que usted opina de lo que le sale de las narices según le conviene?

No debería hablar mucho de víctimas mediáticas, no vaya a ser que alguien le recuerde la viga en el ojo ajeno. Y en cuanto a si los hermanos de las víctimas son o no son víctimas, ignoraba que había un grado de consaguinidad legal para medir el sufrimiento de las personas, sean o no presidentes de asociaciones. Si, según sus propias palabras, víctimas son los que se levantan llorando cada mañana, debería tener algo más de caridad con el dolor ajeno y morderse la lengua un poquito, con cuidado de que ello no le produzca efectos secundarios.

Su drama personal merece todo mi respeto y mi compasión. Sus ideas y la oportunidad con que las expresa, no.

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