viernes, septiembre 21, 2007

Ni conllevar ni contentar

En uno de los debates más brillantes de los primeros tiempos de la Segunda República, Azaña y Ortega discuten en sede parlamentaria cómo debía ser el encaje de Cataluña y el País Vasco dentro del nuevo Estado. Es una lectura muy recomendable no ya por la altura intelectual del mismo - impensable en los tiempos que corren - sino por la profundidad con que la cuestión se analiza. Aunque ambos están a favor de la autonomía, me quedo con una frase de Ortega donde afirma que "el problema catalán no se puede solucionar, sino tan sólo conllevar". La cual podíamos unir a mi frase favorita de Julián Marías, archirepetida: "no se puede contentar a quien no se quiere contentar".

Los españoles en su conjunto podemos engañarnos de muchas manera con el asunto de los nacionalismos periféricos. Podemos seguir ciclotímicamente los mensajes cambiantes que la clase política nacionalista emite, ora conciliadores, ora amenazantes. Podemos echarle la culpa al franquismo (que no había tenido aún lugar en el año 31, que yo recuerde). Podemos echarle la culpa a Aznar y su presunto talante crispador. Podemos incluso culparnos a nosotros mismos por no ser lo suficientemente receptivos con las demandas periféricas. Podemos seguir mirando para otro lado y pensar que esto sólo es cuestión de transferencias, estatutos y presupuestos. O bien podemos asumir de una vez por todas que un número considerable de catalanes y vascos no están dispuestos a ser españoles, número que no tiene que ser necesariamente proporcional al voto nacionalista - mal entendido como "localista" por muchos electores - pero que en ningún caso es despreciable.

Mi propuesta es cortar por lo sano. Para empezar, se necesita un cambio constitucional que fije definitivamente las competencias del Gobierno central, recuperando las que procedieren si hiciera falta (la educación como mínimo), revisando quizás la cuestión de la Monarquía (para el que se pique con esos ajos) y permitiendo a su vez que las mal llamadas "nacionalidades históricas" puedan convocar referenda de independencia. Porque el quid de la cuestión, para mí, no es si vascos y catalanes quieren seguir integrados en España, sino si a los españoles nos interesa que lo sigan estando. España está pidiendo a gritos una estabilización de su modelo de Estado, donde dejemos de desperdiciar esfuerzos, tinta y disgustos mutuos tratando de "conllevar" a quien "no se quiere contentar". Económicamente, el País Vasco no aporta nada a la caja común debido al cupo. Cataluña sí es donante neta, pero no de las que más, y, por otra parte, habría que descontar la cotización de todas las empresas de ámbito nacional cuya sede está allí, muchas de las cuales es muy probable que la cambiasen a otra región en caso de separación. Sí es cierto que para algunos deportes la selección sufriría un palo considerable, pero no deja de ser un mal menor.

No se me escapa que hay detalles que pulir que no son moco de pavo y demuestran en sí lo obsoleto del concepto de autodeterminación en el contexto geopolítico donde nos encontramos:
  • ¿Quiénes podrían votar? ¿Los nacidos en Cataluña y País Vasco? ¿Los empadronados?
  • ¿Se permitiría repetir periódicamente el referéndum? ¿Cada cuanto tiempo? ¿Hasta que salga que sí?
  • ¿Qué ocurre si el resultado varía según las provincias? ¿Se permitiría una independencia parcial? ¿Y si en las ciudades sale una cosa u en los pueblos otra?

Lo más seguro es que un referendum de independencia fracasaría en Cataluña y muy probablemente en el País Vasco. En tal caso, puede ser que los que ya están en vías de radicalizarse lo hagan aún más, pero habría dos ventajas: el resto de los españoles sabríamos sobre seguro que esa radicalización no obtendría rédito álguno y el argumento del "derecho a decidir" quedaría automáticamente desactivado. Y sobre todo, tendríamos las reglas claras y el mismo café para todos, pero esta vez de verdad.

En definitiva: a grandes males, grandes remedios.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece demasiado idealista -o "tramposa" por saber de antemano que es inaplicable- la solución propuesta. Hay tantos inconvenientes, como los que citas, pero no los únicos, que creo que es implanteable: Es como –aunque el tema no tenga nada que ver- pretender solucionar el problema de las drogas legalizándolas completamente: efectivamente es la solución ideal, pero probablemente por ello inabordable, dados los "flecos" de difícil solución: si se hace solo en una región/país ¿no se convertirían en suministradores del resto? ¿no alteraría la manera y las rutas de traficar? ¿seria ético que el estado se beneficiase? (y tendría que hacerlo porque debería haber impuestos, licencias para expender, controles sanitarios,...)

En fin, que estoy de acuerdo contigo en que es lo ideal, pero creo que presenta tantas dificultades practicas que no creo que se aborde.
En el caso concreto que nos ocupa, primero la cuestión del censo ¿quien vota? Pues obviamente los proindependentistas querrán que vote el conjunto de gente que a ellos mas les convenga (ejemplo los marroquíes y el censo para el referéndum del Sahara) y los prounionistas los que mas les beneficie a ellos (ya me imagino subvenciones de todo tipo a inmigrantes pro-independentiastas y auto-exilios mas o menos forzados de anti-independentistas). Luego habría que decidir previamente esto: y seria casi tan arduo como lo primero. ¿Y si sale que no? Pues nuevamente seria recurrente el seguir planteando el referéndum una y otra vez (ejemplo Quebec en Canada) y si se intenta de ante mano vetar esta posibilidad nos enzarzaremos otra vez en una discusión bizantina. ¿Circunscripción única o por provincias para prevenir que en Álava salga si? Nuevamente lo mismo. Y si sale que si ¿que status tendrían los nuevos países? ¿serian miembros de la UE? ¿podría oponerse España ralamente durante mucho tiempo a que lo fueran? ¿Las nuevas fronteras se cerrarían a cal y canto como la verja de Gibraltar?

Con todo esto quiero decir que me parece demasiado complejo como para que sea realista plantearlo en términos "igualitarios". En fin a lo mejor hay que hacerle caso al filosofo con aquello de "de lo que no se puede hablar mejor es callarse".

En cuanto al resultado hipotético: pues probablemente saldría no en Cataluña pero no lo tengo tan claro en el Pais Vasco, sobre todo si se les da el tiempo suficiente. Luego vendrían los gallegos a joder, pero no creo que tuvieran ninguna posibilidad, y seguidamente los navarros pro-vascos y los valencianos o los Baleares pro-unidad-de-los-paises-catalanes, los andalucistas de nación andaluza, los Murcianos nostálgicos del cantonalismo,... ah y no olvidemos a los canarios.

En cuanto a lo de recuperar competencias transferidas: creo que una cosa nada tiene que ver con la otra: tal y como esta el ordenamiento jurídico eso ya se puede hacer, pero ninguno de los dos grandes partidos se lo va a plantear jamas, ni siquiera aunque no existieran los nacionalistas: ¿De verdad crees que Esperanza Aguirre iba a tolerar que le quitaran competencias? ¿O Chaves?... No, es la manera perfecta de ponerle piedras en el camino al gobierno central -incluso de burlar o esquivar el cumplimiento de ciertas leyes- cuando este es de signo contrario al regional.
Y en cuanto al tema de la monarquía, no va a hacer falta esperar a eso para empezar a cuestionarla: dentro de unos años, cuando el Rey muera, o cuando la tercera generación (los nietos de los reyes) dejen de ser tan modélicos como la segunda, o la presa comience a airear mas sus indiscreciones, ya veras como al tenemos montada. ¿Por que crees que todavía no han modificado el orden de prelación en la sucesión al trono? Por miedo porque saben que eso abriría la caja de pandora no sobre otras reformas, sino sobre la institución misma: mejor no meneallo.

Papa Kin

El protestón dijo...

Estoy muy de acuerdo con casi todas las razones de orden práctico que aduces, pero no olvidemos que esto es un blog y ante todo un desahogo, un intercambio de impresiones, y mi "propuesta" me consta que tendría tantos flecos que podría ser inviable. Aún así, yo creo que el problema real que han provocado las "nacionalidades históricas" es que han arrastrado a todas las autonomías a una carrera hacia ninguna parte con las consecuencias que citas. Pero no creo que realmente Valencia, Galicia o Baleares supongan un problema si no fuera por el mimetismo que algunos de sus políticos han inducido con calzador por hacer ver que no son menos que las otras dos.

Como siempre, un placer leerte.